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lunes, 02 junio 2014 | Fray Luís Beltrán

Beltrán: Vive en una tapera con sus cuatro hijos y no tiene para darles de comer

Una mujer desesperada, que deambuló en la calle durante tres años junto a sus hijos, decidió meterse en una tapera para protegerlos del frío. Vive en la zona rural de Fray Luis Beltrán.
Beltrán: Vive en una tapera con sus cuatro hijos y no tiene para darles de comer No se encontraron resultados.María del Carmen Ramírez tiene 50 años –aunque su aspecto de la impresión de varios años más- vive con cuatro de sus doce hijos; el más pequeño de 9 años; una niña de 11; un joven de 15 y una joven de 16. La luz apenas entra por la puerta en el hogar, si es que así se le puede llamar, y deja ver a los tres niños que esperaban, con un poco de vergüenza y ansias. “La de 11 está en casa de una hermana”, aclara María. En pocos minutos, un despliegue de personas comenzaron a bajar provisiones, ropa, garrafa, y herramientas de trabajo, que luego sirvieron para remendar algunos espacios de la vieja casa.

Por momentos María del Carmen no entendía que pasaba, y por otros momentos se le escapaba una sonrisa entre sus arrugas. Muchos pasos, charlas y el sonido de una cuchara mezclando material de construcción cambiaron la mañana.

Dos de sus hijos tienen bajo peso y síntomas de desnutrición. El de nueve, controlado en su entonces por el doctor Manuel Smerling, quién emitió un certificado con el padecimiento físico, y la de 11 con el agravante que la niña tiene asma y hace un año que no cuenta con la medicación para sobrellevar su enfermedad.

María se separó de su esposo hace tres años y decidió emprender viaje a la ciudad de Granadero Baigorria, en busca de oportunidades. A su regreso, se encontró con que la casa de Barrio Granadero, en Beltrán, ya no estaba disponible para su familia. Su ex marido había vendido el inmueble.



Desde entonces, María y sus cuatro hijos menores deambulan en la calle, trasnocharon en un viejo colectivo durante mucho tiempo y sin ayuda de nadie. “Estuve viviendo en un colectivo durante 3 años, muchas veces pedí ayuda en la municipalidad de Rosario y nunca me ayudaron, en Beltrán también pedí que me ayuden con comida para los chicos y me dijeron que no hay cupos”, cuenta.

-Yo fui a hablar con la de Acción Social

-¿Con Quién?

-Analía, y un día que fui a buscar algo para comer, le dieron a todos y cuando me toca a mí, no había más nada y le pedí por favor que me dé algo y me dijo: ¿Que querés? Yo de mi bolsillo no puedo sacar, te puedo dar una ayuda económica de $1000 por año.

-¿Alguna vez te dieron algo en Acción Social?

-Si me dieron dos veces una bolsita con dos o tres alimentos, me traen agua de vez en cuando.

-¿Hace cuánto que vas a Acción Social a buscar ayuda?

-Hace un mes que voy a pedir y desde Baigorria me dijeron que se comunicaron a Beltrán para avisar sobre mi situación, porque yo fui a pedir allá.

-¿Qué sentís ante la falta de respuestas?

-Impotencia. Me siento mala madre y mala persona, los chicos dependen de mí. Me siento culpable de lo que ellos están pasando.

-¿Cómo te sentís hoy con esta ayuda que estás recibiendo?

-Hoy me siento mejor, agradezco todo lo que están haciendo, me trajeron tranquilidad y confianza en esta gente que hoy está ayudándonos. Yo fui al Concejo porque ya no sabía qué hacer y me encontré con este muchacho que me prometió venir y pensé que tampoco me iba a ayudar, pero me equivoque. La gente que tiene la obligación de ayudarme no lo hace.

-¿Conocías a Mariano Cominelli?

-No, al padre lo conocí porque me atendió unas veces y después no pude pagar más y no lo vi más.

A pesar de las deficiencias materiales, María mantiene limpia la casa y ordena las pocas pertenencias que tiene. Las camas están sostenidas por algunos palos y ladrillos, pueden faltar muchas cosas pero amor sobra. También siempre está presente el miedo. “Yo paso las noches sin dormir, tenemos miedo. En algún momento pensé en quitarme la vida y terminar con todo esto”, dijo la mujer. Lo peor es el miedo a la violencia, al abuso, el estar a la deriva, alejados de todo y desprotegidos.

María y sus hijos necesitan muchas cosas. Primero que el estado municipal llegue hasta su casa y le tienda una mano, que les brinde comida y contención. También ayuda de la comunidad, que mirada indiferente para otro lado. No sucede en algún lejano de África o medio oriente, ocurre en Fray Luis Beltrán.







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