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lunes, 07 noviembre 2011 | Meditación

El fruto

Me miraba con insistencia, como se mira a alguien a quien se conoce hace mucho tiempo. Pero también con timidez, como si temiese estar equivocada. Me sonreía con discreción, como se sonríe a alguien a quien se respeta. Yo nunca la había visto, pero sus ojos me decían que ella sabía quién era yo.
El fruto No se encontraron resultados.Debió tener más de sesenta años. Ojos grandes y negros, rostro blanco, adornado de joyas discretas; en fin, una mujer elegante. El traje azul marino que vestía la hacía más elegante aún. La saludé cortésmente. Eso la animó, cobró valor, se levantó y vino hacia mí.

-No estaba equivocada: sabía que era usted -me dijo, con una sonrisa abierta.
Después, más confiada, me contó que veía mi programa en la televisión. Y, mientras esperábamos el avión, me habló de sus luchas y de sus conflictos espirituales.
-El esfuerzo no es siempre la clave del éxito. Conozco gente esforzada e infeliz -me dijo- Tal vez, yo sea una de ellas.
-¿Por qué? -le pregunté.
-Tengo un carácter difícil -se quejó-. He luchado toda mi vida para cul¬tivar las virtudes cristianas, y jamás lo logré. Eso me pone triste, me siento mala.

El texto de hoy afirma que las virtudes no son conquistas por medio del esfuerzo humano, sino que son fruto del Espíritu. ¡Fruto! ¿Entiendes? El fruto no se fabrica, se cosecha; es el resultado natural del desarrollo de un árbol. Requiere tiempo; no hay desarrollo sin tiempo. El árbol necesita estar plantado y absorber, de la tierra, la fuerza de la vida. El fruto es la fuerza del Espíritu.

¡Vivir en el Espíritu! ¿Qué significa eso? Estar conectado a la Fuente de las virtudes, que es Dios. Sin él, la vida se transforma en una sucesión de esfuerzos frustrados; sin él, la religión es un fardo pesado, que nadie puede cargar. Es correr y no llegar; comenzar, y no terminar.

Hoy puede ser la diferencia. La paz, el gozo, el amor, la benignidad y la bondad pueden aparecer en tu vida, como el capullo que se abre, anun¬ciando que el fruto vendrá. Todas esas virtudes son solamente fruto, el fruto maravilloso del Espíritu, si confías tu vida a Dios. ¡No salgas a cumplir tus compromisos de este día sin él!

Autor: Lic. Alejandro Bullón

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