No se encontraron resultados.
Los hechos de violencia entran a nuestros hogares, nuestros lugares de trabajo y ultrajan la felicidad que hemos creado en base al esfuerzo al cariño y la honestidad inculcada por nuestras familias. A muchos les toca vivir lo peor de la violencia, la pérdida de seres queridos, un resultado negro de una cuenta social que siempre da en negativo, que deja los peores sentimientos en nuestros corazones.

La trágica muerte de una joven niña en la localidad de Capitán Bermúdez movilizó a miles de ciudadanos de bien que a dos semanas continúan reclamando justicia, a pesar de tener identificado al presunto autor, la justicia brilla por su ausencia y su mala fama, bien ganada, de no hacer nada.

Esta semana, los beltranences sintieron un profundo odio tras el segundo robo a un local comercial de la localidad que quedó totalmente quebrado y vacío. Vacío no solo en lo material que, fue lo sustraído, sino que también este acto más allá de lo vandálico, te roba las esperanzas, la fe.

La cara de la mujer, envuelta en lágrimas, en muestra fiel del cambio en su vida que ya deja de ser cotidiana y pasa a ser diferente, vacía.

Algunos vecinos promueven la venta de comidas para colaborar con la buena ciudadana y ayudarla a retomar, aunque ella, solo piensa en cómo hacer para irse.

Las personas se movilizan, están en una fase de rencor contra esta violencia que es impulsada desde las malas políticas de 20 años de desidia en una Argentina que no encuentra rumbo cierto en donde la justicia brilla, por su ausencia.

Los dirigentes no entienden de verdades, solo publicitan las míseras gestiones que carecen de profundidad para un cambio real. El pueblo se cansa, sabe de los reclamos y de levantarse a las calles para pedir que se vayan ellos, todos.
Las calles son inseguras, trabajar es inseguro, estudiar es inseguro, alguien seguramente piensa, en irse.

Esta cuenta sigue dando negativo, no da respiro, pero para que el factor se revierta, hay que forzarlo, hay que participar y comprometerse, dejar que las palabras sean nuestras armas y unirnos como los vecinos, para colaborar con el prójimo.

Marchas, pancartas, venta de empanadas, parece un acto insignificante ante la incansable violencia, pero son síntomas de una sociedad, que mañana será enfermedad y pasado un virus para afectar a todos los ciudadanos en una gran convocatoria de paz y de compromiso, de ayuda y colaboración.

Alguien va a escuchar, el pueblo tiene voz, alguien se quiere ir.

Yo me quiero quedar